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El vivir bien-buen vivir (en adelante VBBV) es una cosmología propia de los pueblos indígenas americanos, sobre todo andinos y amazónicos, que se reconoció como un deber ser, como modo de vida o futuro deseable, en los textos constitucionales de Bolivia (2009) y Ecuador (2008). En estos países tal filosofía se ha enriquecido en los últimos años con participación de intelectuales indígenas y mestizos, y constituye un proyecto aún en construcción (Bonilla, 2012, 58). Sin embargo, en ambos casos despliega una serie de características comunes a partir de las cuales se plantea como un modo de vida alternativo a aquel fundado en el desarrollo, que ha caracterizado las sociedades occidentales pero que, en el contexto de la actual crisis ambiental, resulta insostenible (Acosta, 2012, 68;Acosta, Martínez y Sacher, 2013, 309).

En efecto, el desarrollo se ha sustentado en una perspectiva antropocéntrica e instrumental de la naturaleza, y en una concepción de la vida buena basada en la acumulación y el aprovechamiento de bienes materiales,que se traduce en el crecimiento económico,la producción y el consumo ilimitados (Brand y Wissen, 2013, 446-447). Como es bien sabido, todo ello ha sido posible por el aprovechamiento de la energía producto de la explotación de minerales fósiles, lo que, como contrapartida, ha redundado en una afectación sin precedentes de los ciclos naturales de la biósfera, generando problemas como el cambio climático debido a las crecientes emisiones de dióxido de carbono (Lovelock, 2011), la ampliación de la huella ecológica de la humanidad hasta el punto de no retorno (Sempere, 2009), la pérdida de la biodiversidad y la modificación del ciclo del nitrógeno (Dietz, 2013, 473), entre otros, que en relativamente poco tiempo amenazan las posibilidades de la vida.

Como consecuencia, en los últimos años se ha planteado una necesaria transformación en el ámbito de la ética, esto es, el conjunto de principios y normas que tienen como fin la regulación de la conducta (Boladeras, 1993, 13). La situación ambiental plantea la necesidad de que la ética, de referirse a las relaciones entre los seres humanos, pase a comprender, además, las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente natural y los deberes morales con respecto a este (Stutzin, 1985, 100101; López y Ferro, 2006, 6-7). De acuerdo con Puente (2011, 358), para que los países «en vías de desarrollo» consigan niveles de vida similares a los de los países desarrollados serían necesarios al menos otros seis planetas como el nuestro; por tanto, tal ideal es tanto imposible como indeseable. De ahí que el VBBV cuestione la idea de vida buena y los instrumentos para alcanzarla en que se funda el paradigma del desarrollo.Como han notado distintos autores (Stefanoni,2011,2012;Sanchez-Parga, 2011; Mansilla, 2012), esta proyección flaquea, puesto que el VBBV aún presenta muchos problemas para concretarse en políticas públicas e instituciones alternativas. No obstante, ello no implica desechar por completo el aspecto prescriptivo, del deber ser, contenido en su filosofía.

En este sentido, este trabajo hace una lectura del VBBV para inferir aquellos principios que podrían constituir la base de una ética distinta de la que predomina actualmente, que pueda fundar una alternativa de vida frente a la crisis ambiental. El argumento central es que la ética del VBBV tiene como finalidad construir relaciones de convivencia y complementariedad entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza. Ello se expresa en una renuncia al «vivir mejor» propio del paradigma desarrollista, en un tránsito del criterio de eficiencia hacia la suficiencia como principio guía de la acción y en la ruptura con el antropocentrismo y su remplazo por el enfoque biocéntrico.

Para desarrollar este argumento, en primer lugar, se examinan las diferencias entre el «vivir mejor» y el VBBV; seguidamente, se analiza el criterio de suficiencia como fundamento de la ética del VBBV y, finalmente, se desarrollan las consecuencias que la perspectiva biocéntrica tiene en esta materia.

Vivir bien-buen Vivir frente a vivir mejor

El VBBV parte de una traducción aproximada de conceptos de los idiomas indígenas que designan ideales ancestrales de buena vida. Es resultado del intento, durante los años noventa, de traducir a las lenguas autóctonas conceptos como los de progreso y desarrollo, que no consiguieron ajustarse por completo a su significado (Prada,2011,227).Así,no existe un significado unívoco del VBBV sino que este es tan diverso como el propio mundo indígena (Gudynas, 2011b, 13-14; Medina, 2011, 39); de ahí que ciertos autores prefieran hablar de «buenos vivires» o «buenos convivires» (Acosta, 2012, 80; Albó, 2011, 138).Así, por ejemplo, en la lengua kichwa de Ecuador, comúnmente se acepta que buen vivir es la traducción de Sumak Kawsay (Gudynas y Acosta, 2011, 71). De igual manera, en Bolivia el vivir bien es una aproximación al significado de la expresión aymara Suma Qamaña,aunque no expresa todo su contenido (Yampara, 2012, 65). En el idioma guaraní, el término ñandereko también ha sido traducido como una forma buena de vida, caracterizada por la reciprocidad entre los seres humanos, y entre ellos y la naturaleza (Albó, 2011, 138).

Precisamente, pese a la heterogeneidad de significados, existe un acuerdo mínimo en la concepción del VBBV como una utopía que pretende forjar relaciones de convivencia y complementariedad entre los seres humanos, y entre ellos y la naturaleza. Para el intelectual aymara David Choquehuanca (2012, 10), es el «camino del equilibrio, camino que nos permita la armonía entre las personas, pero fundamentalmente la armonía entre el hombre y la naturaleza». De acuerdo con el dirigente indígena ecuatoriano,Luis Macas (2010,14),»Sumak Kawsay sería la vida en plenitud, la vida en excelencia material y espiritual. La magnificencia y lo sublime se expresan en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad».También autores mestizos conciben el VBBV de esta forma;por ejemplo, el economista ecuatoriano Alberto Acosta (2012, 15) lo define como una alternativa al paradigma del desarrollo cuya apuesta básica es construir la «armonía entre sí y con la naturaleza», una «oportunidad» para construir colectivamente una nueva forma de vida que responda a la crisis civilizatoria y ambiental contemporánea.

Construir armonía, relaciones de convivencia y complementariedad entre seres humanos y entre ellos y la naturaleza implica modificar radicalmente las relaciones hoy imperantes. La convivencia y complementariedad suponen relaciones mutuamente beneficiosas basadas en el respeto por el otro, se trate del ser humano o de la naturaleza (Pacha Mama), no relaciones de suma cero, en las que lo que gana uno lo pierde el otro. En otras palabras, que una relación esté fundada en la convivencia y la complementariedad significa algo distinto de las relaciones utilitarias, donde solo una de las partes relacionadas gana; también es distinta de las relaciones de subordinación, donde no solo hay una parte siempre perdedora, sino que la relación no está fundada en el respeto mutuo. Por estas razones, el VBBV es radicalmente distinto del «vivir mejor», implícito en el ideal de vida buena basado en el desarrollo.

El VBBV no apuesta por una forma de vida buena que privilegie la acumulación y disfrute de bienes materiales, y por ello, rechaza la idea de desarrollo sustentada en el crecimiento económico, la producción y el consumo ilimitados,así como su concepción lineal y progresiva de la historia.El VBBV no aspira a un «vivir mejor» en relación con el pasado, puesto que en las cosmologías indígenas no existe la idea de un tiempo lineal; pero tampoco aspira a un «vivir mejor» que necesariamente implicará un «vivir peor» para otros (Gudynas, 2011c, 233), lo que el subdesarrollo es al paradigma del desarrollo. Esta lógica atentaría contra el ideal de convivencia y complementariedad, y se traduciría en prácticas y conductas como el individualismo, el egoísmo, la competencia, la explotación y la opresión, entre otras (Puente, 2011, 362;Acosta, 2012, 82).

En fin, el VBBV apuesta por desarticular el ideal de vida buena de la noción de riqueza fundada en la acumulación y disfrute de bienes materiales, que se traduce en crecimiento económico, producción y consumo ilimitados (Macas,2010,15).En el ideal de vida buena del VBBV se erradicarían la pobreza y la desigualdad; pero su concepción de pobreza y riqueza, así como de desigualdad, van más allá de la acumulación o carencia de bienes materiales, puesto que involucra también la relación de convivencia y complementariedad con los seres humanos, y entre ellos y la naturaleza. Por lo tanto, la idea de bienestar, e incluso de «calidad de vida», no puede reducirse al disfrute de bienes materiales (Gudynas, 2011b, 2). Estas concepciones son subordinadas «a criterios ecológicos, a la dignidad humana y a la justicia social» (Escobar,2012,46).Además,el VBBV no implica una concepción lineal y progresiva del tiempo histórico y, por tanto, supone obtener una vida buena en el presente, no solo en el futuro, aprovechando con respeto y bajo un criterio de suficiencia –que determina aquello que es necesario para satisfacer necesidades, como se verá más adelante- los recursos naturales. En este sentido, pueden considerarse las siguientes afirmaciones de dirigentes e intelectuales indígenas. El actual presidente de Bolivia, el aymara Evo Morales, afirma:

Decimos Vivir Bien porque no aspiramos a vivir mejor que los otros. No creemos en la concepción lineal y acumulativa del progreso y el desarrollo ilimitado a costa del otro y de la naturaleza. Tenemos que complementarnos y no competir. Debemos compartir y no aprovecharnos del vecino.Vivir Bien es pensar no solo en términos de ingreso per-cápita, sino de identidad cultural, de comunidad, de armonía entre nosotros y con nuestra Madre Tierra (Morales, 2011, 10).